Si me necesitas no estaré.
Si me quieres, te odiaré.
Si necesitas que te quiera, sabes de sobra que no seré capaz.
Si intentas quitarme esa manía mía de seducir(los) en cada barra de bar que de jueves a domingo se convierte en mi casa, te dejaré.
Si después de cada fracaso, me secas las lágrimas, me levantas la falda y me susurras [estoy aquí dispuesto a lamerte las heridas y lo que surja], entonces, me enamoraré.
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